El yoga es una ciencia completa de la vida, originada en la India hace miles de años. Se trata del sistema más antiguo de desarrollo personal del mundo y abarca la triple estructura del ser humano: cuerpo, mente y espíritu. Los antiguos yoguis tenían un profundo conocimiento de la naturaleza esencial del hombre y de lo que necesitamos para vivir en armonía con el entorno y con nosotros mismos. Entendían el cuerpo como el vehículo, la mente como el conductor y el alma como la verdadera identidad del ser humano.
En el Yoga conviven ejercicios dinámicos y posiciones estáticas (asanas), técnicas de respiración especiales (pranayamas), posiciones especiales de manos (mudras) y de cuerpo (bandhas), cantos (mantras) y meditaciones.
A través de la realización de las técnicas del Yoga, el sistema psiconeuroendocrino-inmunitario es reconducido a su estado de funcionamiento natural. Es activado el proceso de autocuración: si hay salud, esta se refuerza y si existe enfermedad y por tanto desequilibrio, este se restablece lentamente. Se puede trabajar además, sobre determinados aspectos como el sistema inmunitario o el circulatorio, o incluso sobre la depresión.
El yoga es muy necesario en la vida, porque las personas tienen derecho a saber quiénes son y qué significa ser humano. El significado del yoga difiere totalmente en Oriente y Occidente. En la cultura occidental, se suele aplicar al análisis del conocimiento y la comprensión basado en el uso del intelecto, y se dejan muy de lado la experimentación y la aplicación de ese conocimiento. En cambio, en la cultura oriental, mientras no se adquiere la experiencia la comprensión se reduce al mínimo. La finalidad es experimentar y aplicar las técnicas, pasar a la acción en lugar de intentar entender cómo y por qué funciona. Los occidentales lo ven como una gran desventaja. En general, se muestran reticentes a la disciplina y la entrega físicas. Pero en ello estriba el reto: en la vida no se recibe si uno no se entrega.